El alabastro es una piedra natural que ha sido utilizada en diversas culturas a lo largo de la historia. En la Edad Media, esta piedra tuvo un papel muy importante en la vida cotidiana de las personas, tanto en la arquitectura como en la ornamentación y la artesanía.
Una de las principales formas en las que se utilizaba el alabastro en la Edad Media era en la arquitectura. Esta piedra se utilizaba para la construcción de ventanas, paredes, columnas y arcos. Su transparencia permitía que la luz natural pasara a través de ella, creando efectos visuales únicos en los edificios.
Además de su uso en la arquitectura, el alabastro también se utilizaba para la ornamentación de iglesias, castillos y otros edificios importantes. Se tallaba en delicadas figuras, relieves y esculturas que adornaban los espacios interiores y exteriores de estos edificios.
Además de su uso en la arquitectura y la ornamentación, el alabastro también se utilizaba en la artesanía de la Edad Media. Los artesanos trabajaban esta piedra para crear objetos decorativos, como candelabros, jarrones, esculturas religiosas y joyas.
El alabastro también se utilizaba para la creación de objetos de uso cotidiano, como cuencos, platos, copas y frascos. Estos objetos eran utilizados en la vida diaria de las personas, tanto en los hogares como en los mercados y ferias de la época.
En resumen, el alabastro fue una piedra muy valorada en la Edad Media por su belleza y versatilidad. Su uso en la arquitectura, la ornamentación y la artesanía contribuyó a la creación de espacios y objetos únicos que formaban parte de la vida cotidiana de las personas de esa época.